"Y fue cuando envió Paró al pueblo (de Israel). Y no lo Condujo Hshem por el camino de los Pelishtim (filisteos)..." (Shemot XIII 17).
Cuando el Am Israel salió de Mitzraim (Egipto), Hshem tenía dos opciones por dónde conducirlos hacia su destino: por el camino de los Pelishtim o por medio del desierto. Y ambas alternativas tenían sus respectivas ventajas y desventajas.
El aspecto negativo que presentaba el camino de los Pelishtim era que, si bien atravesando una tierra habitada los hebreos tendrían cómo y con qué alimentarse, como contrapartida, se encontrarían otra vez en un lugar impuro moral y espiritualmente, igual al que lograron escapar recientemente. ¿Y quién podría garantizar que rodeados de semejante ambiente, van a querer seguir viajando hacia el monte de Sinaí para recibir la Torá?
Por el otro lado, la problemática que muestra una travesía por medio del desierto es preclara: allí, como su nombre lo indica, no existen personas que puedan mal influenciar con sus ideologías paganas al Pueblo Judío. Pero en un terreno árido, cruel e inclemente, ¿Cómo harían todos los Yehudim para subsistir?
Finalmente, Hshem decidió que es preferible llevarlos por un camino libre de impurezas, aunque se trate de un desierto, con tal de que no tengan el más mínimo contacto con los Pelishtim, por el peligro que acarrea todo lo malo que éstos puedan enseñar al Am Israel.
Mas sigue en pie la pregunta: ¿De qué van a vivir, entonces? Hshem se vio "obligado" a brindarles un milagro extraordinario, nunca visto antes ni después, como la caída diaria del Man, nada más que para que el Pueblo de Israel no regrese al grado de bajeza del que tanto le costó salir.
Lo antedicho es una evidente respuesta a aquéllos que se plantean la disyuntiva de abandonar los pocos valores espirituales que poseen para dejarse llevar por sus instintos materialistas, con el fin de conseguir Parnasá (sustento). Si para los millones de seres que integraban el Am Israel, Hshem hizo bajar el Man, Pan de los Ángeles, cuánto más y más una simple comida podrá proveer a quien cuide Sus Mitzvot, Sus Leyes y Su Torá...
(Jafetz Jaim Al Hatorá - Beshalaj)
CONFIANZA CIEGA
Inmediatamente después del cruce del mar, Hshem le dice a Su Pueblo: "Y será cuando escuchéis la Voz de Hshem Vuestro D-os, y haréis lo correcto a Sus Ojos, y oiréis sus Preceptos y cuidaréis Sus Leyes, entonces, todas las enfermedades que envié a (vuestros enemigos de) Egipto, no recaerán sobre ti. Porque Yo soy Hshem. Tu Médico" (Shemot XV 27).
El Meharsh"a explica este Pasuk de la siguiente manera: Cuando una persona acude al doctor, éste le receta determinada medicina y le da indicaciones respecto a su alimentación; esto debe comer y esto no. Y a todo, el paciente obedece, sin dudar ni preguntar. Y no obstante ignorar cómo surge efecto la medicina sobre la parte afectada de su organismo, el paciente confía en el médico, porque considera a éste mucho más experto y sabio que él, y realmente sabe lo que hace.
Así sucede con los males espirituales. El Gran médico: Nuestro Creador, nos indicó un orden de cumplimiento de Leyes y Preceptos, que contribuirán para el perfeccionamiento del alma. Y aunque nosotros no tenemos idea de cómo tal y cual Mitzvá incide en nuestra elevación espiritual, de todos modos acatamos Sus Ordenanzas, conscientes de que Él, y solamente Él, conoce las falencias humanas y cómo solucionarlas.
Y esto es lo que está en la Torá: "Si escucharéis la voz de Hshem Vuestro D"s, y haréis lo correcto a Sus Ojos...", aunque a tus propios ojos no aparezca como correcto; aunque a algunas Mitzvot las veas como acciones sin sentido, pero "oiréis (obedeceréis) Sus Mitzvot y cuidaréis Sus Leyes", a pesar de no entenderlas, entonces recibirás como recompensa que "todas las enfermedades que envié a Egipto, no recaerán sobre ti".
Y si preguntases: ¿Cómo es posible que se le pida a alguien que acate indicaciones que no entienda sus motivos? La respuesta será: ¡Porque Yo Soy Tu Médico! Así como tú escuchas y acatas las indicaciones de tu médico sin preguntarle, porque te apoyas en su sabiduría y tú no entiendes nada de medicina, del mismo modo Hshem es el único que sabe de las verdaderas fallas de la persona, y cómo componerlas...
(Najal Kidumín – Beshalaj)
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